lunes, 12 de abril de 2010




Realismo pictorico

¿Dónde?: consigue la máxima expresión en Francia

¿Cuándo?:
mitad del siglo XIX.

¿Cómo?:
paleta vigorosa.

¿Qué?:
El objetivo del Realismo era conseguir representar el mundo del momento de una manera verídica, objetiva e imparcial. Por lo tanto, el Realismo no puede idealizar. El manifiesto se basaba en lo siguiente:
La única fuente de inspiración en el arte es la realidad.
No admite ningún tipo de belleza preconcebida. La única belleza válida es la que suministra la realidad, y el artista lo que debe hacer es reproducir esta realidad sin embellecerla.
Cada ser u objeto tiene su belleza peculiar, que es la que debe descubrir el artista

¿Quienes pintaron?¿Que pintaron? Autores y obras destacadas:
Gustave Courbet (1819-1877) es la primera gran figura del realismo pictórico francés. Creó el término cuando organizó la exposición «El Realismo» en un pabellón anexo a la Exposición Internacional de París de 1855, que había rechazado una de sus obras.
Jean-François Millet (1814-1875) caracteriza su obra por el desarrollo de escenas de la vida campesina, con un tratamiento rudo y esforzado, alejado del halo de ingenuidad que anteriormente era propio de la representación de la actividad en el ámbito rural.
Honoré Daumier (1808-1879) crea obras de temática esencialmente urbana, con representación en tonos oscuros de personajes proletarios y humillados. Destaca su innovadora concepción del dibujo, con trazo denso y distorsión de las figuras, y que hace aparecer su obra gráfica entre los antecedentes de la caricatura como género.


Sobre la obra: "Las espigadoras" de Jean-François Millet.

constituye una de las obras fundamentales del realismo. Fechada en 1857, el artista desarrolla en ella un tema constante de su creación pictórica: los campesinos. El cuadro descubre el aspecto menos bucólico del trabajo rural haciendo hincapié en el social, un motivo que prevalecerá siempre como verdadero interés del pintor. Tres campesinas trabajan el campo iluminadas por una tarde crepuscular que infiere dramatismo a la escena -la aplicación de la luz, a su vez, es una de las características que permite la relación de Millet con el movimiento impresionista-. Las mujeres, ataviadas con la vestimenta típica normanda, recogen inclinadas los restos de la cosecha, el trabajo más duro y menos reconocido entre las tareas rurales. La posición de las campesinas -una de ellas, la que se encuentra a la izquierda del cuadro, apoya su mano en la espalda dolorida- y la hora en que se manifiesta la escena, dan cuenta de la fatiga que representa su labor. Sin embargo, Millet sitúa los personajes en primer plano, en una actitud de estoicidad introspectiva y silenciosa, otorgándoles de esta forma un carácter heroico. Al fondo de la tela podemos observar los almiares y una carreta cargada; más lejos, las casas. Los colores, de gran vivacidad, en el conjunto compacto que forman las figuras de las campesinas, se encuentran acentuados por la leve tonalidad del resto de elementos que completan la composición. En la actualidad la obra se encuentra en el Musée d'Orsay, en París.

Sobre el autor:


(Gruchy, Francia, 1814-Barbizon, id., 1875) Pintor francés. Nació en una familia de campesinos de Normandía y, gracias a una beca, pudo estudiar pintura en París, en el estudio de Delaroche. Sus primeros retratos y cuadros mitológicos nada tienen que ver con sus posteriores obras de tema campesino, en las que se enaltecen la vida y las ocupaciones diarias de las gentes que trabajan en el campo.
La primera de estas creaciones, a las que está indisolublemente unido el nombre de Millet, fue El cribador, presentado en el Salón de 1848, al que más tarde siguieron Las espigadoras, El Ángelus, sin duda su obra más conocida, y El sembrador, cuadros todos ellos de figuras humanas definidas con vigor sobre un fondo de paisaje verídico. Con estas creaciones carentes de retórica e imbuidas de un profundo sentido de lo cotidiano, abrió el camino al realismo pictórico y dejó un modelo en el que se inspiró, entre otros, Courbet.
En 1849, se estableció en Barbizon, donde permaneció el resto de su vida; aunque propiamente no perteneció a la famosa escuela de pintores de Barbizon, sí encarnó, como ellos, el deseo de huir de la vida urbana. A partir de 1863 y bajo la influencia de su amigo Théodore Rousseau, se dedicó con mayor intensidad al paisaje (La primavera, El crepúsculo).

Bibliografia y webs utilizadas
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